Disculparse es para muchos un paso bastante difícil de llevar a cabo en la vida cotidiana, especialmente con las personas más queridas por nosotros. Nuestros padres nos han enseñado esto desde que éramos niños, pero una vez que nos hacemos adultos, tendemos a evitarlo. Los investigadores han identificado cinco razones principales por las que algunas personas simplemente no pueden disculparse. En primer lugar, para muchas de estas personas admitir que la culpa tiene ramificaciones psicológicas que van mucho más allá de lo que significan las palabras gruesas, arrebatando temores fundamentales, sean conscientes o inconscientes, que intentan desesperadamente evitar.

La admisión de una fechoría para aquellos que no pueden pedir perdón es increíblemente amenazante, ya que lucha por separar las acciones del carácter. En pocas palabras, si ha hecho algo mal, significa que es una mala persona; si es descuidado, es fundamentalmente egoísta e insensible; si no tiene razón, entonces es ignorante o estúpido, y así sucesivamente. Por lo tanto, las disculpas representan una gran amenaza para su sentido básico de identidad y autoestima.

Por la misma razón, en lugar de provocar un sentimiento de culpa, para estos sujetos sería una cuestión de vergüenza, haciéndolos sentir no tan enfermos por sus acciones sino por ellos mismos, lo que hace que esta emoción sea aún más tóxica que la culpa. Para la mayoría de nosotros, disculparse es una forma de resolver conflictos interpersonales, mientras que muchas personas temen que la disculpa pueda abrir las cerraduras para nuevos cargos . Una vez que han admitido los errores, el otro se apresurará hacia ellos, acusándolos de las ofensas anteriores por las que nunca se disculpó, aumentando la carga de estrés. De la misma manera, estos sujetos temen tener que asumir la responsabilidad total, quitando al otro toda culpa.

Finalmente, al evitar dar este paso, estás tratando de controlar tus emociones. Aquellos que no pueden disculparse generalmente se sienten cómodos con la ira, la irritabilidad y la distancia emocional, mientras que la cercanía y la vulnerabilidad se perciben como amenazantes. Se teme que al bajar la guardia, la propia defensa psicológica se derrumbaría al abrir las barreras de la tristeza y el miedo a encontrarse solo y no poder controlarlo. En cambio, abrirse a los demás de esta manera es extremadamente terapéutico y fortalecedor.

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