Era un bochornoso día de verano, aquel 26 de julio de 2012. Y mientras los demás se preparaban para irse a casa y planificar sus próximas vacaciones, esa tarde una mujer había dejado de pelear su batalla. Lo había hecho subiendo al último piso de un edificio en Pescara, justo allí donde había elegido para respirar por última vez.

El resto de la historia es el testimonio del inquilino del segundo piso. Ve algo caer desde arriba. Él piensa que es una bolsa negra, una de esas bolsas de basura, tal vez caídas accidentalmente. Y en cambio es Fuani Marino, la mujer que había elegido morir.

Ella había subido a lo alto de ese edificio en Pescara para despedirse del mundo. No más preguntas, segundos pensamientos o reflexiones. Había llegado a la cornisa y se había arrojado al vacío.

Despiértame a medianoche

Fueron sólo 12 metros los que separaron a Fuani Marino del final. Demasiados si los miramos de abajo hacia arriba, muy pocos si los bajamos en una loca y descontrolada bajada. 12 metros y luego el asf alto. Negro, duro y calentado por los rayos del sol de verano. Pero ese no fue su lecho de muerte, porque Fuani no murió ese día.

Contra todas las predicciones y leyes que conocemos, ella sobrevivió. Destino o fortuna, nadie lo sabe. Lo que sí sabemos, sin embargo, es que desde el 26 de julio de 2012 Fuani ha tratado de comprender, de indagar en ese momento, de dar sentido a todas aquellas razones que la habían impulsado a elegir morir. Lo hace todos los días. Son sus cicatrices, las que tiene impresas en el cuerpo y el alma, las que le piden que lo haga.

Lo hizo usando la herramienta con la que está más familiarizada: la escritura. Así lo contó, rememorando el momento del intento de suicidio y el anterior. Cuando, apenas 4 meses después del nacimiento de su primera y única hija, eligió morir. Lo había hecho porque estaba triste, deprimida y sola. Lo había hecho porque ahora la oscuridad llenaba sus días, y en medio de toda esa oscuridad ya no había lugar para el sol.

Despiértame a medianoche es su historia. Una historia de muerte y renacimiento, de esperanzas perdidas y encontradas. Mucho más que un libro, un auténtico viaje intenso que indaga en un campo en el que nadie se atreve a adentrarse. Lo no contado por el protagonista de esta historia, y también por el director Francesco Patierno que ha optado por transformar el libro de Fuani Marino en una película.

Morir para renacer

Con el mismo título que la novela autobiográfica, el director Francesco Patierno ha optado por apoyarse en el arte del cine para contar esta historia.No es una simple película, sino un viaje que lleva al espectador a un terreno difícil y oscuro. “Todavía hoy me pregunto cómo puedo vivir conmigo mismo” se pregunta el protagonista de la película.

Si le preguntas a Fuani Marino, quien tras meses de cirugía, terapia y hospitalización, ha optado por contar lo sucedido a través de su pluma. Lo hizo con Despiértame a medianoche, un libro que es un cruce de la vida vivida y no vivida, de las batallas perdidas y ganadas, de la depresión y el renacimiento. Lo hizo rebobinando la cinta, partiendo de los orígenes de su nombre, que no es otro que la unión de los de sus padres, Furio y Anita. Lo hizo recordando los años de su infancia en Nápoles, y los de la Universidad en la ciudad de Roma.

Luego el amor, el matrimonio, el nacimiento de su primera hija y ese deseo de acabar con todo. Luego la muerte que no lo quiere, que lo rechaza. Y finalmente el renacimiento forzado, necesario, doloroso.“Una historia única, como la describe el director Francesco Patierno, de una persona que cuenta su propia muerte”.

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