cloe blanco

Conozco personas que no tienen miedo de navegar a toda vela hacia el océano, incluso si saben que se enfrentarán a una tormenta de nieve, incluso si las posibilidades de perderse son ciertas. Conozco a otros, sin embargo, que ven la derrota incluso antes de arrojarse al mar. Otros se dan por vencidos.

Y no lo hacen por cobardía o f alta de coraje, sino solo porque están cansados. Porque esos moretones se han convertido en abismos tan profundos y dolorosos que el corazón y el alma ya no pueden soportar. Y tú, Chloe, estoy seguro, eras uno de ellos.

Tu muerte, tan antinatural y tan injusta, es algo que todos nosotros no podemos olvidar. Un suicidio que todavía habla de un país que no se esfuerza por pronunciar palabras como inclusión y aceptación, solo para luego retroceder cuando tiene que pasar a los hechos. Y tú, Chloe, eras un hecho, real, bella y sensible.

No eras una historia para alimentar a los periódicos, no eras la reacción de "disgusto" de los padres, ni siquiera una propaganda política escondida detrás de esos valores para transmitir a los estudiantes. Porque el verdadero valor era lo que transmitías, con tu enseñanza que te era negada, con tu pasión, con tus ganas de ser mujer libre.

Y que mezquino es hablar de los valores en los que se asienta nuestro país, cuando el único valor a reconocer era el que uno tenía, en el alma.

Alguien, hablando de ti, dijo que te hacías llamar Cloe.No entendió nada. El tuyo ciertamente no era un alias o un apodo. Era tu nombre, el que representaba quién eras realmente. Y subrayarlo, lamentablemente, me hace comprender que aún frente a este drama no hemos entendido nada.

Porque lo que te pasó se traduce en una culpa de la que todos somos culpables. Entonces tu historia no era tan diferente a la nuestra, ¿sabes? Porque en la vida de todos siempre hay un antes y un después, un punto preciso que marca el cambio. Tuviste la tuya cuando te quitaste la ropa de Luca Bianco y te pusiste la de Cloe, y luego te hiciste libre.

Pero no podías saber que esa libertad de se transformaría en una jaula erigida sobre la ignorancia, el fanatismo y la incomprensión. Y quién sabe cuánto esfuerzo has tenido para luchar contra esos prejuicios, esas miradas inquisitivas y esa terrible condena de alejarte de la escuela donde enseñaste, de tu profesión, de tu vocación.

Sigo leyendo las últimas palabras que escribiste en tu blog, ese que tal vez comenzaste con la esperanza de poder cambiar las cosas para ti y para todos los demás. Supongo que puedo hablar contigo, decirte que no estás equivocado y que nunca lo estuviste, incluso si te hicieron sentir así. Te diría que comprendieras esa ignorancia que surge sólo del poco conocimiento de algo, y sé que lo harías porque tu corazón era grande y puro. Sensible como tú.

Y tal vez esta fue tu sentencia. La generosidad y el coraje con que elegiste decírselo a tus hijos, al mundo entero, porque sabes, es más fácil esconderse detrás de esos falsos estándares de perfección que caracterizan a nuestra sociedad, esos que se mantienen en pie sólo gracias a la mentira. Pudiste haberlo hecho y no lo hiciste, porque eras especial. Fuiste valiente.

Pero incluso los héroes a veces deponen sus armas, lo hacen porque están demasiado cansados de continuar peleando una batalla que no tenía razón de existir.Así que te refugiaste en tu refugio entre Auronzo y Misurina, en aquella caravana que se había convertido en tu hogar, y en las llamas te despediste de los que, antes que tú, te habían hecho morir por dentro.

Haré realidad mi santurronería, más definible aún como mi muerte libre –escribiste antes de morir– En este último día celebré con una deliciosa comida y excelentes néctares de Baco, saboreando por última vez vinos y alimentos que me gustan. Esta sencilla fiesta del fin de mi vida estuvo acompañada de escuchar buena música en mi casita sobre ruedas, donde ahora me quedaré. Esta es la forma más noble de vivir mi vida al máximo y terminarla con el mismo estilo. Aquí es donde todo termina”

Y realmente se acabó Cloe, se acabó gracias a nosotros. Y te pido que nos disculpes, que nos perdones si puedes, estés donde estés ahora mismo. Con la esperanza de que ahora seas verdaderamente libre allí como soñaste serlo.

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