A lo largo de la vida se pueden experimentar algunos momentos de apatía, o un estado de ánimo en el que uno no quiere hacer nada. Es como si de repente se desvaneciera el deseo de realizar las actividades cotidianas, incluidas las que son placenteras y placenteras, y en su lugar solo queda una sensación de vacío. Por tanto, prima la f alta de entusiasmo por los proyectos de presente y de futuro.

Entonces, ¿qué es la apatía y qué hacer para combatirla? Lo hablamos con la Dra. Federica D'Avanzo, Psicóloga y Psicoterapeuta especializada en Psicoterapia Psicoanalítica de Adolescentes y Jóvenes.

Qué es la apatía

«En primer lugar, partamos de la etimología de la palabra. Apatía viene del griego ἀπάϑεια (apâtheia), o insensibilidad, derivado de πάϑος (páthos), es decir, pasión con el prefijo a- privativo. Por tanto, la apatía es un estado de impasibilidad, en el que se produce una pérdida de motivación e intereses junto con un aplanamiento emocional», explica la doctora.

Sin embargo, no se trata de pereza o depresión (aunque en algunos casos puede haber una conexión con esto último), sino de un estado de ánimo caracterizado por la indiferencia y el desapego de la realidad, por lo tanto, por la f alta de emociones .

Cómo reconocerlo

«La apatía se manifiesta con:

  • una disminución del comportamiento dirigido a objetivos, con f alta de compromiso y vitalidad para llevar a cabo las actividades de la vida diaria, o necesidad de apoyo de los demás;
  • f alta de interés por los problemas personales y las situaciones nuevas;
  • un aplanamiento emocional general», continúa el Dr. D'Avanzo.

Otros signos que pueden indicar la presencia de apatía son también el desinterés por aficiones u otras actividades que normalmente proporcionan placer y disfrute. O incluso la preferencia por pasar mucho tiempo solo en lugar de con los amigos y/o seres queridos.

Causas

«La apatía puede manifestarse tras una decepción, como un mecanismo que pone en marcha nuestro sistema de defensa para protegernos de la frustración, la ira y la tristeza asociadas a no haber conseguido un objetivo o una situación deseada.

En otros casos, puede ser un síntoma que se manifiesta dentro de un cuadro sintomático más amplio de un trastorno estructurado. Como en el caso de las demencias (p. ej. Alzheimer, demencia vascular), enfermedades neurológicas extrapiramidales (p. ej. Parkinson) y otros síndromes neuropsiquiátricos, como la esquizofrenia.

La Apatía también puede ser un síntoma de un trastorno depresivo mayor, en el que la ausencia de motivación e intereses está sin embargo connotada por sentimientos de culpa y profunda tristeza. Donde no existe un trastorno depresivo, la apatía se caracteriza por un aplanamiento emocional, que puede volver a la persona incluso indiferente en situaciones en las que suele haber una reacción emocional», prosigue el médico.

Consecuencias

La apatía, en virtud de sus características, puede llevar al sujeto a la pasividad y al aislamiento de la comunidad. Además, se pueden observar algunos cambios de comportamiento con respecto al trabajo y las actividades personales. En consecuencia, todo ello se refleja (de forma más o menos grave) en el estilo de vida y en las relaciones interpersonales.

¿Qué hacer para combatirlo?

«Lo primero que hay que hacer para combatir la apatía es esforzarse por ser proactivo, sin esperar a mejorar para volver a ello. Este aspecto es fundamental, ya que solemos hacer justo lo contrario.

Es útil recuperar la posesión del tiempo presente y del día, a partir de lo cotidiano. Es posible establecer pequeñas metas concretas, que sean alcanzables y motivadoras. En estos casos, la red de vínculos y relaciones es un recurso precioso. Por lo tanto, un consejo es pensar en las personas que te rodean e involucrarte en las actividades propuestas por los contextos en los que te insertas.

También es importante centrar la atención en los aspectos del cambio que, a partir de estos primeros pasos, se pueden implementar observando cómo este también depende de uno mismo y no solo de las condiciones del contexto.

Donde estos primeros movimientos no son posibles, es mejor evitar adoptar una actitud crítica y autocrítica. Si sucede es porque la apatía encaja en un cuadro más complejo de malestar, que necesita ser entendido y comprendido mejor. En este caso, el consejo es contactar con un profesional de la salud mental”, concluye el experto.

El sujeto no siempre reconoce el estado de apatía que está experimentando, pero quien está a su lado podría darse cuenta de los signos de este estado de pasividad. En este caso, hablar con él, escucharlo, animarlo a salir, retomar la participación y organizar algunas actividades representa uno de los primeros pasos hacia el cambio.

En general, por lo tanto, a pesar de ser un estado de ánimo que puede presentarse de vez en cuando a raíz de, por ejemplo, algunos eventos personales, debe ser monitoreado para evitar que empeore. Lo primero que hay que hacer es reconocer la situación y buscar ayuda de un profesional en la materia, como un psicoterapeuta.

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