soy la amante de un hombre casado

En los diccionarios, el término amante identifica a una mujer que tiene una relación sexual y romántica con un hombre que está casado con una mujer diferente. La definición cambia, de texto a texto, con algunas palabras más y otras menos. Pero el concepto, por supuesto, sigue siendo el mismo.

Lo que no se cuenta institucionalmente, sin embargo, se refiere a los sentimientos comprendidos, auténticos y contradictorios que experimenta toda mujer que elige ser amante. Porque es claro que, para los demás, solo somos los destrozadores de familias, los que se insinúan inmoralmente en la vida de los demás.Imagínate si tenemos derecho a hablar de sentimientos o de amor.

Y sin embargo son precisamente estos los que nos acercan a una persona y a todas aquellas situaciones que nos impiden vivir una relación de la manera más tradicional. Dicen que nos gusta la transgresión y por eso nos movemos, pero te aseguro que no es así. No es porque todas esas cosas que parecen obvias y triviales, como un paseo por el parque de la mano, un desayuno en el bar del pueblo, y un beso de buenas noches cada noche, me extrañen como el aire. Y a diferencia de aquellos que tienen todas estas cosas, pero no las aprecian por aburrimiento, yo las deseo más que a nada en el mundo.

Y alguien podría decirme que es mi elección estar con un hombre casado con otra. Y sí lo es. Es una elección que he hecho todos los días desde que lo conocí y he elegido seguir mi corazón. Porque es él quien mueve el mundo y las personas. Él es quien me mueve.

Y realmente no puedo alejarme de él, incluso cuando me digo a mí mismo que tal vez esta sería la elección correcta.Pero ¿adecuado para quién? ¿Renunciar al amor y los sentimientos es realmente una decisión que me puede hacer feliz? Porque aunque hay mil razones para detener esta historia, hay una que por sí sola es suficiente para convencerme de no hacerlo, y esa es el amor.

Y es inútil buscarle lógica o racionalidad a todo esto, porque si el amor fuera algo racional entonces yo podría decir basta. Lo haría por mí y por esas migajas que ya no me alcanzan. Lo haría porque, a pesar de que elige volver siempre a mí incluso después de años, garantiza y asegura al otro todo su tiempo, mientras a mí me quedan los restos de él. Lo haría porque las únicas promesas que hacemos son estar ahí el uno para el otro, sin mencionar las referencias espacio-temporales que necesito.

Y, sin embargo, todo esto no es suficiente para alejarme de él. Porque no puedo prescindir de él como él no puede prescindir de mí. Esta es una forma extraña, confusa e intensa de experimentar el amor en pareja, incluso si en realidad nunca hemos estado juntos.

Y sin embargo, es precisamente esta manera imperfecta la que me hace sentir vivo, la que me da la certeza de algo, aunque sea inestable y en constante pérdida de equilibrio. Pero lo hay, y eso solo es suficiente.

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