Kafka y la muñeca viajera

Los sentimientos de dolor, sufrimiento y desesperación siempre deben ser bienvenidos y enfrentados, porque solo así podemos crear el terreno fértil para que florezca la esperanza.

Y, sin embargo, no siempre es fácil para nosotros encontrar la forma correcta de salir de este camino insidioso hecho de lágrimas y preguntas sin respuesta. Y no lo es especialmente para los niños que experimentan las emociones que los atraviesan y los invaden sin poder comprenderlos del todo.

Es pues nuestra tarea enseñarles, con empatía y extrema delicadeza, conceptos como el desapego y el distanciamiento. Cogiéndolas de la mano y acompañándolas a descubrir un mundo aún indescifrable, como hizo Kafka con Elsi y su muñeca viajera.

Kafka y el Muñeco Viajero de Jordi Sierra

Un año antes de su muerte, con motivo de su paseo diario por el parque de Steglitz, el escritor de las Metamorfosis se convirtió en protagonista y al mismo tiempo en creador de una historia maravillosa, intensa y conmovedora, transmitida a los actualidad gracias a las memorias de Dora Diamant, su pareja.

Fue ella quien conservó la experiencia de Kafka y la contó pocos años después de su muerte. Una historia, ésta, que permitió al escritor español Jordi Sierra escribir un libro extraordinario. Un texto dedicado a grandes y pequeños, un auténtico cuento de hadas que habla de amor, dolor y desapego, pero también de esperanza.

En esta historia, que toma el nombre de Kafka y la muñeca viajera, Sierra narra el encuentro entre el escritor y la pequeña Elsi, quien se enfrenta por primera vez al dolor de la pérdida y el desapego. De ahí la idea de encontrar una forma delicada, dulce y real de explicar que incluso en las despedidas, el amor permanece para siempre aunque sea en diferentes formas.

Elsi, Brígida y despedida

Envuelto en su habitual paseo por el parque, Franz Kafka fue golpeado por el llanto de una niña, y estaba tan desesperado que no pudo ser ignorado. Acercándose al banco donde estaba sentada la pequeña, el escritor le preguntó qué había pasado.

La niña, de nombre Elsi, lloraba porque había perdido a su muñeca, a su compañera de juegos. Su Bridget.

Impresionado por la respuesta, Kafka sintió la necesidad de ayudar a Elsi a sobrellevar la pérdida de su muñeca y aliviar su dolor.Así que hizo lo que mejor sabía hacer: inventar historias. “Tu muñeca no se ha perdido” – dijo – “Se ha ido de viaje alrededor del mundo”.

Kafka se presentó a Elsi como el cartero de muñecas, diciéndole a la pequeña que tenía una carta para ella, enviada por Brígida mientras estaba de viaje alrededor del mundo. Se lo entregaría al día siguiente, en el mismo parque.

Elsi dudaba, pero Brígida la extrañaba tanto que optó por volver al día siguiente a ese banco, donde Kafka le entregó la carta. Sin embargo, el papel del cartero de muñecas no estaba terminado y durante semanas el escritor siguió trayendo correspondencia de Elsi desde su muñeca. También había sellos de las ciudades que visitó, que no eran más que recuerdos de viajes pasados del propio Kafka.

El dolor de Elsi pronto dio paso a la curiosidad de saber qué increíbles aventuras estaba teniendo Bridget, pero también al alivio de saber que era feliz.Así, tres semanas después de la primera carta, Kafka entendió que había llegado el momento de elegir el final de esa historia. Elsi tuvo que despedirse de Bridget.

En la última carta que el escritor como cartero entregó a Elsi, la pequeña se enteró de una inesperada y hermosa noticia. Bridget había encontrado el amor y había elegido casarse: nunca volvería.

La pequeña Elsi leyó esa última carta con gran emoción, pero también con la conciencia de que su amado compañero de juegos ahora era feliz, aunque lejos de ella.

Kafka lo había logrado, le había enseñado a la pequeña que los desapegos son parte de la vida y que hasta las personas que amamos pueden decir adiós. Incluso si el amor no se puede cancelar, los caminos a recorrer a veces se dividen, y quién sabe, en uno de estos también podríamos encontrarnos con un cartero especial que nos guíe.

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