Como seres humanos, estamos sujetos a emociones continuas y son estos los que determinan en cada día y cada segundo de nuestras vidas si seremos felices o no.

¿Pero qué son las emociones? Las emociones son esas reacciones que ocurren frente a cada situación que vivimos y que dependen exclusivamente de nuestro juicio.

En la era en que vivimos, estamos constantemente condicionados por el pensamiento y el juicio de los demás. Vivimos en una sociedad donde, desafortunadamente, la apariencia y no la sustancia siempre es más importante. Existe esta tendencia a querer aparecer a toda costa, lo que nos lleva a ser actores por encima de un escenario, cuando, en cambio, la realidad es bastante diferente.

Todo esto nos lleva a asumir una actitud ambigua dictada en parte por el deseo de estar cerca de los demás, pero al mismo tiempo por el deseo de vivir aislado .

Desde que somos niños vivimos relaciones y afectos, de amor y amistad, lo que, creciendo y acumulando decepciones y sufrimientos, nos lleva a tener pensamientos cínicos y a encerrarnos en nosotros mismos. Cuando uno se convierte en adulto y alcanza los 30 y 40 años de edad, busca la independencia emocional o la capacidad de no depender emocionalmente de los demás . Una forma de evitar que el alma se vea sacudida por eventos y emociones negativas, una especie de armadura para protegerse del sufrimiento que nos ha marcado profundamente en el pasado.

La independencia emocional no es más que una respuesta a todos los dolores del amor, de los cuales los más dolorosos son la traición y el amor no correspondido. La traición es un terremoto para nuestra alma porque siempre proviene de aquellas personas que se preocuparon más, haciéndonos perder, además de confiar en los demás, cualquier punto de referencia.

Estar libre de lazos emocionales nos enseña a disfrutar de nuestra compañía y a evitar que nuestra felicidad dependa de otra persona. Somos nosotros mismos los que creamos las emociones que vivimos y el único amor que se puede imponer es el de uno mismo.

Ser dueños de nosotros mismos y de nuestras vidas es la clave de la felicidad . Debemos aprender a reprimir nuestras inseguridades y nuestros miedos, evitando que nos hagan esclavos. Solo entonces podremos ser verdaderamente libres y felices.

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