infibulación

Se suponía que iban a ser unas vacaciones, un viaje en familia, como los que siempre haces con tanta ilusión cuando eres pequeño. Y en cambio, el de las dos hermanitas de Piacenza que volaron a África con su padre el verano pasado, se ha convertido en un viaje al infierno.

Y el regreso lo cambió todo, lo hizo porque esas vacaciones no fueron más que una excusa para mutilar a las niñas. Este episodio noticioso, uno de tantos, nos hace comprender una vez más que no se puede mirar para otro lado, que la mutilación genital femenina es un fenómeno concreto y real, aterrador y terrible, al que debemos prevenir y oponernos de manera decidida.

Ya se ha hecho mucho, pero aún queda mucho por hacer. En Italia, las leyes 583bis y 583ter prohíben la ejecución de cualquier forma de mutilación genital femenina, incluidas la infibulación, la escisión y la clitoridectomía, con el objetivo de abolir y reprimir todas estas prácticas, así como prevenirlas y contrastarlas. Sin embargo, esto claramente no es suficiente, si un viaje a África es suficiente para aislar a las niñas y privarlas de todos sus derechos humanos. Veamos juntos dónde estamos.

Infibulación y más: historias de mutilación

Los números son asombrosos y aterradores. Conciernen a Italia, al mundo, conciernen a todos. Según la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 140 millones de mujeres en todo el mundo han sido sometidas a algún tipo de mutilación y otros 3 millones están en riesgo constante. Estamos hablando de mujeres, estamos hablando de niñas pequeñas, que muchas veces ni siquiera llegan a los 15 años. Es para protegerlas, y a todas las demás, que la ONU instituyó en 2003 el Día Mundial Contra la Infibulación Femenina y la MGF que cae cada 6 de febrero, para recordar y poner fin a esa violencia que pisotea todos los derechos fundamentales de las mujeres.

Pero, ¿qué es la mutilación genital femenina? La MGF incluye en el término toda una serie de prácticas de extirpación parcial o total de los genitales externos femeninos que se realizan sobre el cuerpo femenino por diversas razones sociales o culturales.

La práctica tiene sus orígenes en épocas muy antiguas, situándose en la base de toda una serie de creencias populares muy difíciles de desquiciar. El epílogo, sin embargo, es siempre el mismo: el de tergiversar y trastornar la existencia de miles de niñas, privándolas de la dignidad y la libertad de sus cuerpos, de sus vidas. Las consecuencias, pues, son muy peligrosas, tanto física como mentalmente.

La infibulación y las mutilaciones se practican sin anestesia y por personas sin experiencia. Estos quitan el clítoris o eliminan los labios, cosen, estrechan y cortan, como si fueran sastres del horror. Lo hacen por toda una serie de creencias, en su mayoría erróneas, relativas a razones de belleza, pureza e incluso salud, todas ellas desquiciadas por el informe de 2000 "Mutilación genital femenina.Se cree que En cambio Porque esta práctica debe terminar”, publicado por AIDOS, la asociación italiana de mujeres para el desarrollo.

El fenómeno, como decíamos, está bastante extendido. Hay muchos países, además de Italia, que lo han abolido, pero en muchos otros es tolerado y generalizado. Es el caso de África y la península arábiga, pero las migraciones modernas y contemporáneas han hecho que el fenómeno se haya extendido también al resto del mundo. Cuando no es posible operar en el lugar de residencia, donde hay una ley que lo prohíbe, basta un viaje al país de origen para torturar el alma y el cuerpo de las jóvenes víctimas de una sociedad bárbara.

No una elección consciente, por supuesto, sino inducida y forzada por los jefes de familia o por las madres, las mismas que antes que ellas experimentaron ese mismo dolor en la piel. Sin embargo, no perdonan a sus niñas porque tienen que permitirles adaptarse a los ideales de belleza y pureza que pertenecen a la comunidad.

Y mientras tanto sufren por dentro y por fuera, a veces sangran mucho y contraen enfermedades por f alta de herramientas adecuadas. Otras veces las complicaciones son tan grandes que la práctica quebranta tanto su vida como su dignidad.

Los números en Italia

En Italia, como adelantábamos, a pesar de las leyes promulgadas contra la mutilación, las niñas del mundo no están seguras. No lo soy porque un viaje lejos de países donde la MGF está prohibida sea suficiente para lograr el objetivo, el de perpetuar una práctica cruel que priva a las mujeres del control sobre su cuerpo, su dignidad y su libertad.

Según lo declarado por Elisabetta Aldrovandi, presidenta del Observatorio Nacional de Atención a las Víctimas, hay casi 5000 niñas que corren el riesgo de ser circuncidadas también en nuestro país y la mayoría son de origen somalí. Un número que nos parece alarmantemente alto pero que en realidad confirma una disminución en la práctica en comparación con años anteriores.

Según Actionaid, por otro lado, al menos 61.000 mujeres en Italia fueron sometidas a mutilación genital durante la infancia, la mayoría de las cuales ocurrieron durante un viaje de regreso a su país de origen. Amnistía Internacional, que también está involucrada en la lucha contra la MGF, denuncia que la práctica de la circuncisión femenina está en constante declive, un cambio de tendencia que existe hoy en día gracias a la educación y sensibilización de la comunidad, pero también a informes que a veces, por suerte, provienen de la mismos miembros de la familia.

Las mujeres que son víctimas de esta brutal práctica son principalmente somalíes y malienses, pero también sudanesas y burkinesas. Los afectados son principalmente los más jóvenes, aquellos menores que aún no pueden rebelarse contra la voluntad de las familias y sus comunidades. Es claro, por tanto, que para contrastar definitivamente la circuncisión femenina y otras prácticas de mutilación, se necesita más control sobre el territorio y las comunidades.

Leyes italianas y protección

La ley italiana, como hemos adelantado, ya castiga la práctica de la MGF no solo en el territorio, sino también si se lleva a cabo en el extranjero. Además, en el caso de mutilación genital de menores, podrán aplicarse las mismas disposiciones generales para la protección de los niños.

Considerado como una grave violación de los derechos humanos de las mujeres y las niñas y el principal obstáculo para el logro de la igualdad entre los sexos, el decreto legislativo 19 de noviembre de 2007, n. 251, concede asilo en calidad de refugiada a todas las mujeres que hayan sido sometidas a la circuncisión femenina o cualquier otra mutilación, o que se encuentren en una situación que ponga en riesgo su salud y sus derechos fundamentales.

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