Cuando tienes treinta años, te das cuenta de que tu cuerpo comienza a reaccionar de manera diferente: el metabolismo ya no es el de veinte años, es más difícil perder peso y es necesario comer sano, mucho más que cuánto no se hizo antes.

Pero, ¿cómo debe ser la dieta después de los treinta años? ¿Cuáles son los alimentos preferidos y cuáles evitar (o considerar, como máximo, una excepción a la regla)? En primer lugar, carbohidratos y azúcares: después de los treinta años es necesario reducir el consumo de pan, pasta y especialmente dulces. Es mejor preferir pastas integrales o sin gluten, pan negro, cereales "alternativos". Y disfrute de un dulce en una ocasión especial, o tal vez prepare un pastel ligero para el desayuno en casa: después de los treinta años, la llamada "comida chatarra" debería estar prohibida, de lo contrario, la acumulación de kilos en el estómago y las caderas.

La leche y los productos lácteos también deben consumirse con moderación, mientras que las bebidas azucaradas deben prohibirse. Versiones ligeras incluidas. Para hacerlos agradables, se usan edulcorantes que, para el cuerpo, no funcionan bien: más allá del vínculo con algunos tipos de cáncer (en caso de abuso), al beber una bebida ligera, el cuerpo, al sentir el sabor dulce, produce insulina. metabolizar el azúcar que en realidad no existe, lo que crea un desequilibrio y aumenta la sensación de hambre. De la misma manera, con el cambio de metabolismo es necesario hacer (incluso más atención) bebidas alcohólicas: los cócteles están cargados de azúcar, y a los treinta es mucho más difícil deshacerse de ellos.

Pero comer con cuidado no significa sufrir hambre: para facilitar la pérdida de peso o, en cualquier caso, para evitar la acumulación de kilos de más, es mejor disfrutar de un desayuno generoso que evite los picos de hambre. Alguna idea? Una taza de leche semidesnatada con 4 bizcochos y un plátano, o dos rebanadas de pan negro con dos cucharaditas de mermelada sin azúcar agregada y un yogur bajo en grasa.

Para el almuerzo y la cena, algunas posibilidades son: 80 gramos de pasta de tomate y albahaca con 200 gramos de ensalada verde, un plato de minestrone con 200 gramos de pechuga de pollo a la parrilla y 150 gramos de zanahorias hervidas, 70 gramos de risotto con calabacines y 200 gramos de ensalada mixta, 80 gramos de puré de legumbres con 80 gramos de crecimiento y una taza de ensalada de frutas, 70 gramos de arroz blanco con 100 gramos de calabacín salteado, una sopa de cebada con 60 gramos de jamón crudo y 200 gramos de cohete. Y si tiene hambre justo en medio de la mañana o en medio de la tarde, puede comer dos kiwis o dos mandarinas, un jugo de naranja o una fruta centrifugada.

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