Los colores del otoño son los intensos que entran en tu corazón y alma.

Para muchos, esta es la estación más hermosa, el paisaje que cambia y se transforma influye en el alma que, como las hojas, está coloreada con oro, bronce y cobre.

Lo que sucede en otoño es mágico y a veces inexplicable. No es solo el mayor cambio que la naturaleza se está preparando para enfrentar y, por lo tanto, es perceptible a nuestros ojos.

Inexplicablemente, esta aparente muerte que prepara el renacimiento, de la cual la naturaleza es protagonista, está estrechamente relacionada con el cuerpo y la mente humana. Incluso para nosotros, de hecho, esta temporada representa un punto importante para nuestra evolución interior.

A diferencia de la primavera, que trae consigo un renacimiento brillante y ligero, el otoño invita a la reflexión, al equilibrio de nuestras acciones, a la cosecha y al cuidado de las semillas para el futuro.

Este es el momento de resumir lo que hemos sido y lo que nos gustaría ser. Tenga en cuenta todo lo que hemos hecho y lo que nos gustaría hacer el próximo año.

Somos almas, estrechamente relacionadas con todo el universo y a medida que cambian las estaciones, evolucionamos. La naturaleza, si sabemos escucharla, juega un papel fundamental en nuestras vidas, se convierte en maestra y nos enseña el arte del cambio.

Después de eso, nuestra mirada se pierde en todo lo que hemos dejado atrás, con tristeza y melancolía aparente que en realidad ocultan el verdadero tesoro del otoño: la experiencia.

Esta temporada aprendemos el cambio real de los árboles . Al igual que las hojas, soltamos suavemente lo que ya no es necesario, concentrando nuestras energías hacia adentro en una muerte aparente, pero conscientes de la expectativa de un nuevo renacimiento.

Las energías del otoño son muy fuertes, aprender a darles la bienvenida y fluir con ellas nos ayudará a fortalecernos y ser más sólidos, exactamente como los árboles, y luego renacer en la primavera.

De hecho, si la temporada del amor nos invita a dar a luz a nuevos proyectos y contarles sobre el mundo, el otoño nos invita a internalizarlos, a renacer adentro y luego renacer afuera.

Más que en cualquier otra estación, el otoño nos enseña a morir un poco, para que renazcamos más hermosos y fuertes que antes, con conciencia y gratitud.

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