La historia de amor entre Pablo Neruda y Matilde Urrutia

El amor es un sentimiento profundo, etéreo e irracional que no tiene reglas, o más bien sigue sus propias reglas que muchas veces son difíciles de entender y aplicar. No es raro que dos personas se encuentren por primera vez y con una simple mirada parezcan almas destinadas a vivir juntas para siempre.

Ya sea por una cuestión de simple química o de destino, tenemos la certeza de que la persona que tenemos enfrente es la que nos acompañará para siempre en nuestras vidas.Esto debió pensar Pablo Neruda cuando por primera vez se encontró con la mirada de Matilde Urrutia. Un amor que floreció de repente, pero que supo esperar, crecer y fortalecerse lentamente, convirtiéndose en algo profundo como lo demuestra el poema “Si me olvidas”, uno de los más bellos y sinceros que ha hecho el Premio Nobel de Literatura.

El primer encuentro con Matilde

Pablo Neruda tenía 42 años cuando conoció por primera vez a Matilde Urrutria, 8 años menor que él, en el parque forestal de Santiago de Chile.Era 1946, Pablo en ese entonces estaba vinculado a Delia del Carril una Pintor argentino veinte años mayor que él, con quien convive tras el fin de su amor por su primera esposa Maryka Antonieta Hagenaar Vogelzang.

Matilde es una mujer emancipada, es una cantante y escritora chilena, pero sobre todo es un espíritu independiente. Después de las primeras miradas que sembraron la semilla de un amor duradero, ¡los dos no se volvieron a ver hasta 1949! En parte por casualidad o en parte por obra del destino, Pablo y Matilde se encontraron entonces en la Ciudad de México, donde Neruda cumplía su exilio por ser militante del Partido Comunista de Chile.Desde ese momento el amor que floreció en el parque forestal de Santiago, pero permaneció latente, emerge con toda su fuerza disruptiva, se vuelven inseparables y lo serán hasta la muerte del poeta en 1973.

La profundidad de los sentimientos de Neruda

Activo en la vida social y política, los poemas de Neruda son recordados sobre todo por sus versos cargados de amor dedicados a las mujeres de su vida. Matilde fue una de sus musas, a ella está dedicada la colección "I versi del Capitano" , publicada en 1952, pero sobre todo el poema "Si me olvidas" escrito durante su exilio en Capri. Publicados de forma anónima para no lastimar a Delia del Carril con quien terminó el amor, estos versos subrayan cuán fuertes son los sentimientos del poeta hacia la mujer y no es casualidad que fueran plasmados en papel justo en la isla de Campania. Precisamente, fue en Capri donde Neruda vivió los momentos más intensos de su relación con Matilde Urrutia.

En este poema aborda un tema importante, el del miedo a quedarse atrás, la conciencia de que la suya y la de la mujer son dos almas predestinadas a estar juntas y que su amor nunca se acabará. De hecho, Neruda teme perder a su amada, pero a pesar de este miedo también respetaría la elección de quedarse. Todos estos temas son abordados por el poeta chileno con mucha delicadeza y utilizando sus inconfundibles metáforas que res altan aún más cuánto su alma arde de amor por la mujer a la que Neruda llama cariñosamente Chascona por su cabellera pelirroja muchas veces despeinada. Es imposible no dejarse llevar por los conmovedores versos de “Se tu mi dimentichi”:

Quiero que sepas algo. Ya sabes cómo es esto: si miro la luna de cristal, la rama roja del lento otoño en mi ventana, si toco la impalpable ceniza cerca del fuego o el arrugado cuerpo de madera, todo me lleva a ti, como si lo existe, aromas, luz, metales, eran pequeñas naves que van hacia tus islas que me esperan.
Pues si poco a poco me dejas de querer yo te dejaré de querer poco a poco. Si de repente me olvidas, no me busques, que yo ya te he olvidado.
Si consideras largo y loco el viento de banderas que pasa por mi vida y decides dejarme en la orilla del corazón en que estoy arraigado, piensa que en ese día, en esa hora, levantaré mis brazos y mis raíces saldrán a buscar otra tierra. Pero si cada día, cada hora tú siento que me estás destinado con dulzura implacable. Si cada día una flor sube a tus labios para buscarme, ay mi amor, ay mi, en mí todo ese fuego se repite, en mí nada se apaga, se olvida, mi amor se nutre de tu amor, amado, y como mientras vivas ella estará en tus brazos sin dejar los míos.

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